Cuando nos preguntan "¿Quién sos?", generalmente entendemos por ser, una serie de características: "Varón, argentino, actor, hijo de..., padre de..., paciente, trabajador,dinámico, etc". A cada una de estas características la precedió, en su momento, una decisión, se optó entre dos posibilidades, se integró un polo en la identidad y se descartó el otro. Asi, la identidad "soy trabajador y dinámico", excluye automáticamente "soy pasivo y vago". De una identificación suele derivarse rápidamente también una valoración: "En la vida hay que ser activo y trabajador; no es bueno ser pasivo y vago". Por más que esta opinión se sustente con argumentos y teorías, esta valoración no pasa de ser subjetiva. (Tomado del libro "La enfermedad como camino", de Thorwald Dethlefsen y Rüdiger Dahlke.)
Generalmente, al comenzar a estudiar actuación, venimos con una imagen parcial de nosotros mismos que funciona, también, como valoración parcial de todo nuestro potencial. Solemos ser "más una cosa, que otra". A medida que vamos construyendo nuestro paso por el taller, descubrimos otros colores en nuestra paleta y otros matices...
Y para terminar este artículo, citaré un comportamiento humano que une el párrafo citado arriba con esta idea del teatro: Es conocida la anécdota del público que, habiendo visto una novela en televisión, se identifica con el "héroe" y la "heroína" y se ensaña con el "malo" o la "mala", como si los seres humanos fuésemos sólo una cara... ¿bonita?. Gustavo Volpin - teatrovolpin@gmail.com