Quizás no sean muchos los temas que tenemos en común las personas o quizás si... La vida, la muerte, la comida, el sexo, etc. Es posible también que, dadas las resistencias humanas y las diferentes experiencias y formaciones, cuando todos vemos una silla, esa silla sea una cosa distinta para cada uno de nosotros, aunque estemos diciendo "silla". Siempre el código de la palabra genera una imagen subjetiva. Siempre la generación de una palabra-imagen genera propuesta y, por ende, genera posibles conflictos. Pero hay un tema que, aún desde su implicancia subjetiva, lo entiendo fundante en la comunicación humana, y es el tema de la escucha.
Hablar no es escuchar. Parece muy obvia esta frase. Pero es obvia en tanto no la tomemos en serio. En los primeros tiempos de formación de los grupos de teatro y otros, la ansiedad que genera lo nuevo nos lleva a hablar, mientras una escena o un ejercicio está teniendo lugar. Ésto sucede hasta que es uno el que pisa la escena y se da cuenta en carne propia de la desconcentración que puede generar el público en el actor.
La escucha es perceptiva, recibe...... Si yo hablo, lo que hago es poner la atención en lo que digo y genero, ya que debo pensarlo.
Lo que digo o comento puede cobrar protagonismo, entrando en pugna con el ejercicio o escena que está teniendo lugar en la clase. Pero, además de pelear el protagonismo -y antes de ésto-, hablar y no escuchar funciona como un mecanismo expulsivo. En la no-escucha el mecanismo expulsivo expulsa aquello que, por algún motivo, no soporto, no me banco o no puedo tolerar. Y lo más triste es que, muchas veces aquello que no toleramos no es más que una proyección de nuestra propia sombra, de lo reprimido y no aceptado de nosotros mismos y que, "alegremente" el otro es capaz de lucir sin culpa alguna. Nuestras mentes trabajaron durante siglos al servicio del adjetivar, del abrir juicio y calificar... La escucha y la contemplación, el recibir y posponer el comentario acerca de lo que vemos no es tarea sencilla, sobre todo para quien vive de sus opiniones. Por ésto me gustaría darte, a vos que leés este artículo, un abrazo que nos reconcilie con nuestras taras y con nuestros talentos, humana/o....... amiga... amigo. Gustavo Volpin. teatrovolpin@gmail.com
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