Quiero escribir acerca del proceso del docente ante cada clase y con cada grupo. Desde ya que no voy a detallar aqui experiencias puntuales, lo cual sería realmente extenso.
En principio quiero expresar que no es tarea sencilla pensar a la persona que viene al taller de teatro. Cada uno de nosotros tiene características únicas y es importante ( tanto para quien viene a aprender como para el profesor, que también aprende) comprender que ingresar en un grupo es una tarea maravillosa y compleja. Maravillosa porque descubrirse compartiendo y aprendiendo contiene una gama de sensaciones y de vivencias a las que sólo puede accederse en los grupos humanos. Compleja por el hecho de que cada uno de nosotros tiene una historia que hace que seamos quienes somos y porque, además de aprender a actuar, aprendemos a descubrir qué cosas tenemos de particular el grupo y las personas que lo componemos.
El viaje comienza apenas nos damos cuenta de que, lo que parecía difícil es posible. Somos incluídos y nos incluímos en el grupo, y logramos despertar los sentidos, la imaginación y la acción. El teatro nos otorga la posibilidad de alinear nuestra capacidad latente de unir el sentir, el pensar y el hacer. Cuando estos tres elementos fundamentales para la comunicación y la interacción humana se alinean en la primera parte de la clase, nos vamos dando cuenta de que la vida es algo más que correr de un lado a otro para trabajar y rendir en cuestiones que no siempre nos importan del todo, pero que debemos llevar a cabo porque de ellas depende nuestro sustento.
Y, en el espacio y tiempo del Arte podremos encontrarnos con "eso" que tiene la vida, más allá de las obligaciones diarias, podemos llamarlo magia, poesía, verdad, creatividad... Y podemos hallar todo esto en el teatro. Gustavo Volpin - teatrovolpin@gmail.com