Cuando a la tecnología no le dábamos tanta cabida en nuestra vida cotidiana, solíamos reunirnos en lugares de encuentro para personas de nuestra comunidad. Los clubes y los centros barriales eran núcleos en donde podíamos crear desde campeonatos deportivos, hasta hechos culturales, como obras de teatro, por ejemplo. El hecho de reunirnos a leer un texto, ensayarlo y llevarlo a escena nos proponía comunicarnos, escuchar y hablar, ponernos en nuestro lugar y en el lugar del otro. Aprendíamos a debatir sobre una obra de teatro, su autor, su historia y sus personajes.
Hoy, la tecnología nos acerca. Pero no es capaz de reemplazar al hecho vivo. Encontrarnos cara a cara, y escribirnos un mail no son la misma cosa. Sobre todo porque la comunicación se limita a lo que leemos, razonamos y suponemos del otro, a partir de lo que nos dice en breves líneas y entendemos... Por eso quiero brindar o pedirle a la primera estrella que recuperemos la intuición (esa que nos rebela de lo que dicta la razón) ... Y volvamos a buscar aquella voz interior que nos decía - en tiempos remotos - cuál era nuestro lugar en el mundo y cuáles son nuestros caminos, los "caminos con corazón", como los llama Castañeda en su libro "Las enseñanzas de Don Juan...", pero sin alucinógenos, claro. Gustavo Volpin - teatrovolpin@gmail.com