Jugando el Teatro nos puede pasar que nos encontremos con nosotros mismos y veamos que este "nosotros mismos" no es una construcción monolítica, cuya definición se reduce a decir: "Soy blanco o negro o católico o judío o musulmán o etc..." Las religiones, las ideologías, los equipos de fútbol los hábitos alimenticios, sexuales y todos los hábitos que congregan a algunos seres humanos, separándolos de otros, no son otra cosa que trajes que nos ponemos para pertenecer, para canalizar deseos, etc.
Cuando, jugando el Teatro, nos topamos con aspectos nuestros, de esos que nos salen al cruce mostrándonos que somos capaces de enojarnos, de angustiarnos, de ofendernos, de llorar y entristecernos, de herir y ser heridos... de sentir dolor y placer... que somos capaces de sentir, esos momentos reveladores no buscados - pero si encontrados - son en sí mismos una puerta que se abre en pos de ampliar las capacidades expresivas del asistente al taller quien podrá, de seguir la ruta de trabajo que propone dicha revelación, transitar nuevos colores en su paleta expresiva e, incluso, nuevos personajes. Para tener en cuenta. Un abrazo.
Gustavo Volpin - profesor de Teatro en La Cueva de Colegiales.
Contacto: teatrovolpin@gmail.com